Mariposas, leones, jirafas, caballos alados y cientos de niños se dieron cita en el Teatro Filmax Granvía de Barcelona, en el preestreno de Viaje Mágico a África. Aunque, sin duda, los más pequeños fueron los protagonistas indiscutibles de la proyección de la primera película española para 3D. De la mano de padres, madres e, incluso, abuelos, los niños hicieron cola emocionados ante la aventura que les esperaba. Con la inocencia y la sinceridad que los caracteriza se acercaron sin miedo a los maquilladores que les esperaban dentro del teatro con las pinturas preparadas. En unos minutos, los más traviesos se convirtieron en leones, en gatos, en tigres y las más presumidas pidieron ser mariposas y ratitas por un día. Grandes y enanos, disfrutaron de una forma distinta de acercarse al cine aunque lo mejor aún estaba por llegar.
De la mano de sus padres, saltando y brincando, los "nuevos animalitos" comenzaron a entrar en la sala y, casi obligados, a sentarse en sus butacas. Tampoco ayudó mucho a los mayores que a la entrada, repartiesen las gafas para ver en 3D y una careta con una foto del rey de la selva y el nombre de la película. La excitación empezó a apoderarse de los niños que sonreían y jugaban con sus nuevos accesorios. Y aunque las luces se atenuaron y comenzó la presentación oficial de la película, los murmullos de los pequeños siguieron sonando. No les importó que el mismísimo director de la película, Jordi LLompart, y algunos de los actores como Adriá Collado y Verónica Blume, se dirigiesen a ellos. Los susurros sobre las gafas, la pintura y la careta continuaron, prácticamente, hasta que en pantalla apareció el título del film en catalán.
Entonces, todo el ambiente cambió. Un clima distinto, mágico, se apoderó de la sala cinematográfica en pocos minutos. La historia de Jana, una niña que emprende un viaje al mundo de los sueños representado a través de África, fue calando hondo entre los espectadores. Las gafas, como no podía ser de otra forma, dieron mucho juego y la mitad se las quitaron más de una vez, durante la proyección, para ver las diferencias que había. Rápidamente, antes de que nadie los viese, volvían a ponerselas. A medida que avanzaba la película, aumentaban también los comentarios sobre los efectos del 3D. "Mira, mira, es como si pudieramos tocarlo", parecían decir al extender sus bracitos hacia la pantalla. Hubo momentos, incluso, en los que una fila entera se puso de pie extasiada para tocar a los personajes que acompañan a Jana en este canto a la ingenuidad. No obstante, todo lo bueno se acaba y esta película, de hora y media de duración, no es una excepción. La luz de sala, puso punto y final al preestreno del que salieron encantados padres e hijos. Con una sonrisa en la cara y de nuevo de la mano, se marcharon del cine con ganas de volver.
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